Foto tomada en Bariloche por Cristian Ortus

Cayó la noche en el bosque y ambos estaban temblando, no solo del frío. Se miraron a los ojos con sincera desesperación. El camino de los siete lagos en Neuquén fue hermoso, pero porque debieron escuchar la leyenda del octavo lago a esa pareja anciana, sobre este lugar tan recóndito pero imperdible que solo estaba a tan solo dos kilómetros por el profundo bosque. Ahora la noche, clara, con las estrellas iluminando, los encontraba perdidos y sin rastro de encontrar a alguien. Pero lo peor eran las voces. Él escuchaba a una mujer, ella a un hombre. Voces sensuales que les indicaban un camino a recorrer. Ambos sin decirle al otro, les hicieron caso.

Entonces, con la sangre helada y la piel a punto de quebrarse, los arboles dejaron ver un hermoso lago. Su quietud reflejaba el cielo nocturno con una exactitud majestuosa.

Pero había algo más en la orilla.

Al acercarse notaron que eran dos personas, un hombre y una mujer. Ambos susurraban palabras entendibles para cada amante, dulces, lujuriosas, eternas.

El frío dejo de sentirse en las cálidas manos que el Íncubo y la Súcubo les ofrecieron a cada uno, aún después de sumergirse en la eternidad del octavo lago.

C.A.O.s.