Foto familiar, Merce-Paco-Tere.

Desperté sobresaltado, con el corazón latiendo fuerte y una sensación de angustia, me senté en la cama y trate de respirar más lento, bajar las pulsaciones, el frio de la casa golpeaba con la transpiración de mi rostro. No recordada lo que había soñado, pero tendría que haber sido algo movido o algo espeluznante para encontrarme en este estado.

Mire la hora, 3:33 marcaba el radio reloj con luz verde brillante de mi mesita de luz. Faltaba un rato aun para despertarme y continuar con mi rutina, pero no podía volver acostarme, necesitaba tomar un vaso de agua, refrescar la garganta seca que me raspea al respirar el aire helado.

me puse las pantuflas y bajé las escaleras a la cocina, escaleras que hicieron sonar mis viejas articulaciones. Ya mi hija me había dicho que debía pensar en buscar una casa sin escaleras, como si me fuera a ir de mi lugar, de mi refugio, de mis alegrías y tristezas, no, antes me pongo la cama en el living y se van todos a la m…

El agua entró como un elixir rejuvenecedor para mi cuerpo y entonces se me vino a la cabeza algo del sueño, recordé que hablaba con mi hermana. Ella que se nos había ido joven, la volvía a tener en mis sueños. Recordé que hablamos un buen tiempo pero yo le pedía que esta vez se quedara con nosotros y ella no quería, que estaba bien y que solo pasaba a saludar como una visita. Me enojé, sí, era enojo al principio y luego desesperación. No quería que se fuera, quería contarle todo, como si me hubiera olvidado de ella y ahora volvía a mi mente. Mi enojo era conmigo.

El teléfono comenzó a sonar cuando el reloj de la cocina marcaba las 3:45. Pero no atendí, no me agradaba que sonara en aquel momento. Un llamado a la madrugada en un día tan frio y una noche de luna clara no podría indicar algo bueno. El teléfono dejo de sonar. tardo unos pocos minutos y volvió a sonar. Me acerqué molesto, pensando que podría ser una de esas estafas telefónicas preparadas especialmente para nosotros los viejos. Estaba a punto de pelear cuando la voz del otro lado dijo mi nombre con un tono conocido.

-Hola paco -dijo una voz femenina.

-Marce, ¿eres tu? -respondí

-Pero que tonto eres, claro que soy yo, ¿a quien esperabas escuchar?, deja ni me respondas con alguno de tus chistes, sabes porqué te llamo.

-No, pero supongo que si estas tan animada y cuerda es que has mejorado, lo que me sorprende porque nadie me había dicho nada antes.

-Me has dicho animada y cuerda, eres increíble, pero si, lo estoy y es por eso que llamo.

-Es tarde Marce, estoy cansado y algo nervioso. De verdad me pone feliz escucharte así, pero que el llamado me dejo algo espantado, mira la hora.

-Hay paco, y ahora sois preocupon.

-Y tu una relajada.

-Paco estoy bien ahora, más que bien diría, en paz.

-Por fin te has tomado la petaca que te di aquella tarde en la exposición.

-A veces parecieras que con tu humor evitas ver la realidad.

-A veces se te olvida que el humor muestra nuestras mejores caras, deja nuestros mejores momentos grabados en el recuerdo, es lo único que le gana a las marcas de la tristeza y es lo único que vale la pena al final del día.

-Por eso te quiero hermano, y sabes que, aquí estoy con Carmen, tan feliz como yo.

-Las … dos … juntas -al pronunciar dichas palaras el corazón de Paco comenzó a latir fuerte y rápido, los ojos se llenaron de lagrimas y varias escaparon- ¿Cómo que juntas?

-Paco, las dos estamos bien y al final de todo estaremos de nuevo juntos jugando como cuando éramos pequeños, charlando como cuando éramos jóvenes, reunidos en familia con quienes están aquí, como aquellas juntadas en las fiestas, al final de todo estaremos juntos Paco.

El teléfono dejo de emitir sonido, no se escuchaba nada del otro lado y Paco lo sostenía a duras penas. Las lagrimas salían sin control pero una sonrisa compinche aparecía para compartir el momento con la tristeza, por que ambas caras son parte de un mismo lado de una moneda y no contrarias. Paco entonces se quedo despierto recordando, llorando, riendo, soñando.

El teléfono volvió a sonar apenas salió el sol con Paco todavía en la cocina, su sobrino le comunicó lo que el ya sabia. Luego de cortar subió a cambiarse, tomo la foto de los tres y salió por la puerta mientras el sol iluminaba con intensidad un nuevo día.

C.A.O.S.