Rodrigo caminaba despreocupado por la calle luego de presenciar una discusión de sus padres. Apenas salió por la puerta, tomo la calle principal para despejar su cabeza. Sin duda estaba más allá de los problemas de sus padres, incluso de los problemas del país y del mundo. Con sus veinte años, y toda la experiencia callejera que poseía, nada podía frenar su buen porvenir.
Siempre fue uno de los vagos de la clase, de esos que no hacen la tarea ni estudian, pero eso no le impedía sacar buenas notas, su inteligencia era nata. Sus padres se comían la cabeza por hacer que entienda que sus actitudes no eran adecuadas para un chico de su edad. Pero él ni caso les hacía, sus calificaciones hablaban de un estudiante ejemplar, no necesitaban nada más.
Su novia, la primera que tuvo, lo adoraba. Él siempre fue atento con ella, como con las otras dos que llegaron después, claro que no corto las relaciones previas. Es que este joven, tenía una novia en el colegio, una en el club y la otra un poco lejos, en otra provincia, gracias al internet y los chat tan útiles. Nunca se conocerían, el tenía las mejores excusas y argumentos, imposibles de vencer para cualquiera de ellas. Su grupo de amigos era grande, desde los que lo secundaban en sus acciones, hasta quienes admiraban su genialidad. Como no sentirse el rey del mundo si era joven, popular, inteligente y en excelente estado físico, flaco con músculos marcados.
La noche estaba clara, con las pocas estrellas tratando de ganar la batalla por la iluminación contra las luces artificiales de una ciudad en llamas por un verano caliente. Para Rodrigo la noche estaba perfecta, como su vida.
Conocía a varios pungas, como algunos dealer de la zona, por lo que se sentía protegido en la vía publica, un intocable, además cada tanto entregaba un pichón. Claro, de esto último, era desconocido por sus padres. Cualquier rumor confirmado, llevaría a que Rodrigo perdiera la comodidad de su hogar que tan caprichosamente había conseguido. Un cuarto grande con comodidades de cualquier adolescente normal como él, televisión de led, Playstation, computadora gamer. Hasta ya estaba idealizando su próximo paso, ser Youtuber, aunque su principal dilema era ser reconocido y que se le acaben sus negociados y comodidades.
Porque Rodrigo tiene sus preocupaciones también, no quiere perder a sus novias, como los ingresos de sus entregas, tampoco la comodidad de su hogar. Ni siquiera posee redes sociales para mantener su perfil perfecto, un conocido desconocido, bueno si tiene un perfil, uno falso.
La brisa se hizo de repente más fresca, que logró erizar la piel blanca de Rodrigo, las estrellas estaban mucho más brillantes. Pensó, mientras caminaba en el silencio de la calle vacía, que el viento sur debía haber llegado para refrescar la noche de verano en Buenos Aires.
Veinte años, de los cuales uno, lo paso como año sabático. La excusa fue que utilizaría ese tiempo para pensar en su futuro. Y lo hizo, no crean que no. Decidió meterse en informática, la conexión de todo el mundo dentro de la red está a la vuelta de la esquina, y si quería conseguir la información más escondida de las personas, solo debía meterse en una computadora. Una idea genial, como todas las que su cabeza proyectaba, con visión, con futuro.
Continuaba caminando, sin prestar atención a la gente que aparecía de la nada y volvían a desaparecer luego de unos metros. No le prestaban atención a él, esto era raro, ya que era algo común encontrar un conocido por el barrio. Pero su ego no dejo notar lo que era obvio a simple vista, y solo estaba concentrado en repasar su grandiosa vida, como ver lo que se avecinaba.
El se creía tan vivo, tan inteligente e creído, que nunca noto que lo habían atropellado apenas comenzó a caminar en la calle. Se creía tan vivo que nunca se dio cuenta que en realidad estaba bien muerto.
C.A.O.s.